Felipe González Márquez, Presidente del Gobierno de España en diciembre de 1988
En este año 2018 la Fundación Felipe González ha puesto a disposición de la ciudadanía una parte de los archivos personales del ex presidente del Gobierno, a los que se puede acceder libremente en la web www.fundacionfelipegonzalez.org
En los archivos figuran, entre otros documentos, algunos cuadernos de notas escritos por González durante algunos años de su actividad política. Entre ellos están las cuatro páginas que reproducimos en este número y que corresponden a reflexiones personales del Presidente en los días posteriores a la Huelga General del 14-D y durante las primeras sesiones de negociación posteriores.
CLARIDAD agradece a la Fundación Felipe González su autorización para la reproducción de este documento que consideramos que contiene aportaciones interesantes de uno de los principales implicados en aquella movilización histórica.
12 / Enero / 1989
Diferencia política
Esta anotación corresponde a la última pregunta de la conferencia de prensa de la pasada noche, tras la larga reunión con los sindicatos.
Si recuerdo bien, se refería el periodista a la apreciación hecha por los sindicatos en torno a sus distancias o desacuerdos con el gobierno.
Vivimos en un país curioso. Sobran los predicadores, los que se suben al púlpito dispuestos a pontificar, incapaces de asumir la responsabilidad de lo [que] predican. Pocos quieren dar [—–], agarran a dos manos la realidad e intentan ir moldeándola para conseguir una sociedad más justa.
La insensatez de los sindicatos los lleva a afirmar su desacuerdo con la política económica del gobierno al tiempo que rechazan entrar siquiera a discutirla, mucho menos a negociarla y a responsabilizarse con sus resultados. Quieren actuar como un poder condicionante, sin compromisos, sin arriesgar una definición clara de posiciones que los ligue a algo serio ante la sociedad. Así es imposible trabajar con ellos.
Los comunistas están revisando su estrategia de la transición. Consideran que su error ha sido ayudar, apoyar la estabilidad democrática y asumir las consecuencias. Carrillo pactó con Suárez, a espaldas de los demás, previamente a los Pactos de la Moncloa. Después participamos los demás.
CCOO anunció su apoyo a los Pactos de La Moncloa, antes de que pudiera conocerse su contenido, al día siguiente del comienzo de la negociación.
Era evidente que prestaban un buen servicio a la estabilidad y también que forzaron a UGT e incluso al P. Socialista a entrar en esa dinámica. Pero no lo era menos que tanto para Suárez como para Carrillo se intentaba prefigurar un modelo de tipo italiano. Un partido –UCD- de inspiración demócrata cristiana, para ocupar el espacio de centro, arrinconando a la derecha de AP (ellos estaban en posición hegemónica en ese espacio). Un partido Comunista que desplazara al P. Socialista de su posición hegemónica en el espacio de la izquierda jugase un papel clave, aunque el coste fuera bloquear una alternativa de izquierda.
El diseño era inteligente y pudo haber funcionado si el P. Socialista cae en la trampa de rechazar la negociación de los Pactos de la Moncloa. Ahí empezaron las dificultades con UGT.
Recuerdo un mitin en Barcelona –Monjuic- con Nicolás Redondo, poco tiempo después de la firma de los Pactos de la Moncloa.
Nicolás Redondo fue aclamado por su rechazo a los Pactos. Cuando intervine yo, inmediatamente después, tuve que esperar algunos minutos a que amainara la bronca preparada –pancartas incluidas-.
Nicolás estaba satisfecho y no se le ocurrió siquiera echar una mano para calmar los ánimos. No sé por qué me viene a la memoria con tanta nitidez.
Comencé, después de guardar silencio en la tribuna durante varios minutos entre los gritos, pidiendo a los de las pancartas que las hicieran descender porque ya habían conseguido sus propósitos de que se vieran en toda España por TVE, que se dispusieran a oír lo que tenía que decirles. El efecto fue inmediato. Recogieron sus carteles y mantuvieron un silencio bastante frío.
Me costó media hora dar la vuelta a la situación, ya con la ventaja de ser el último en intervenir. Todavía entonces –finales del 77- Nicolás se reía comentando que había ganado la partida.
Nuestra estrategia dio resultados. Fuimos nosotros los que bloqueamos el acuerdo del PCE y también los 107 escaños que se prometían los de UCD. Si [—–] seguido la tesis de UGT, compartida por no pocos compañeros del Partido, el Eurocomunismo hubiera ocupado el espacio desplazando a un socialismo inmaduro y radical en sus expectativas.
Carrillo pagó el precio. El PCE comenzó a radicalizarse influyendo decisivamente en el comportamiento de CCOO, sobre todo tras el triunfo del P. Socialista en el 82.
Felipe González nunca perdonó a Nicolás esta huelga. Pero Nicolas supo estar en su sitio… hoy era un momento perfecto para q el antiguo presidente se dejara ver. Tendremos esa oportunidad?
Felipe nunca ha entendido que esto no era una batalla q se gane o se pierda. Eran lls trabajadores reclamando sus derechos a un gobierno que presumía de socialista y les pisoteaba. Que caro se pagó el desencuentro. La venganza….