Fabián Márquez, Presidente de Analistas de Relaciones Industriales (Arinsa)
Los convenios fijan mínimos, los salarios reales los determina el mercado, en España los convenios colectivos son de eficacia erga omnes, es decir, afectan no a los afiliados a los sindicatos y patronales que los negocian, sino a todos los trabajadores y empresarios concernidos por su ámbito funcional, de ahí que el sistema de negociación colectiva sea fundamental para la fijación de salarios, y para la progresión de estos, ya que imponen o garantizan mínimos, lo que no obsta para que las empresas abonen salarios superiores; todo ello explica que con alguna frecuencia las medias salariales reales se encuentren muy alejadas de los mínimos establecidos en los convenios colectivos.
Cuando la economía se contrae, las empresas limitan sus incrementos a los mínimos establecidos en los convenios y compensan y absorben en sus salarios reales las elevaciones producidas que afectarían a los nuevos contratados. La afirmación de que establecer un mínimo determinado, por muy excesivo que sea -como 14.000 euros al año en el 2020 en el IV AENC-, no afecta a casi nadie, es incierta, si partimos del supuesto práctico y no teórico de que las masas salariales se mueven desde el sistema de negociación colectiva y es extremadamente difícil sustraerse al efecto de los convenios colectivos, con mayor abundamiento en un país como el nuestro en el que estos gozan de una cobertura que excede en muchos puntos de la media europea, superior al 80% de los asalariados por cuenta ajena.
“La afirmación de que establecer un mínimo determinado, por muy excesivo que sea -como 14.000 euros al año en el 2020 en el IV AENC-, no afecta a casi nadie, es incierta”
El IV AENC, producto de una negociación larga y cansina de casi 8 meses, fue suscrito con el beneplácito unánime de los órganos directivos de las confederaciones firmantes. No es extraño tal hecho en el campo sindical, pero sí sorprendió la unanimidad patronal si tenemos en cuenta que, en un informe elaborado en diciembre por la CEOE, más de un tercio de las organizaciones consultadas situaban los salarios de sus plantillas en una “horquilla “entre los 9.000 y 11.000 euros. Resulta obvio que, aunque imputemos un incremento sobre dichas tablas salariales correspondientes a los convenios firmados en los meses transcurridos de este año, la cuantía de tales elevaciones es mínima, si recordamos que la media es del 2,0%, superior sin embargo a la de los convenios colectivos vigentes para 2018 (1,65%).
Del contraste de estos datos, se desprendería que el esfuerzo que deben realizar las empresas correspondientes a varios sectores, entre ellos textiles y hostelería, junto a otros del sector servicios, es muy superior al 2+1 pactado. Es la primera vez que la banda salarial pactada en un acuerdo interconfederal sitúa el tope final de los salarios en cifra muy alejada de la media de la negociación colectiva real ya producida hasta el momento, julio de este año, en el que ha sido suscrito el referido IV AENC.
La confederación de organizaciones patronales textiles ha suscrito un convenio colectivo recientemente, que solo ha firmado la UGT, en el que aceptan el incremento del 3%, pero no garantiza los 14.000 euros para el 2020, y fía tal objetivo a consideraciones relativas relacionadas con las perspectivas económicas futuras, pero sin asumir el compromiso firme de que el mínimo salarial para cualquier trabajador textil, sea en la fecha señalada, coincidente con la cuantía (14.000 euros) establecida en el IV AENC.
“En un informe elaborado en diciembre por la CEOE, más de un tercio de las organizaciones consultadas situaban los salarios de sus plantillas en una “horquilla “entre los 9.000 y 11.000 euros”
Una corriente, en nuestra opinión inocua, sostiene que los compromisos pactados son meras recomendaciones, y todo ello pese a que el acta de suscripción del IV AENC, establece con claridad la naturaleza obligacional de dicho acuerdo. No es posible pretender que los salarios, en una economía libre, se muevan por meros voluntarismos políticos. El gobierno extinto del PP quería subir los salarios, y los sindicatos defendieron que ello era conveniente para incentivar el consumo y consolidar el clima de recuperación económica necesario sobre el que apoyar la creación de nuevos empleos. Los excesos son siempre malos, y mucho nos tememos que el empresariado, situado en los mínimos salariales constatados en diciembre por la CEOE, realice un gran esfuerzo, pero en ningún caso se suicidará pactando incrementos salariales que el mercado no pueda absorber, porque ello afectaría negativamente al empleo y sobre todo a las exportaciones, acrecentadas en +26% en los últimos cinco años, porque la moderación salarial autoimpuesta por sindicatos y patronales en la negociación colectiva ha conseguido reducir costes, facilitando así el precio final del producto, capaz de competir con ventaja en los mercados con economías foráneas.
“Los excesos son siempre malos, y mucho nos tememos que el empresariado, situado en los mínimos salariales constatados en diciembre por la CEOE, realice un gran esfuerzo, pero en ningún caso se suicidará pactando incrementos salariales que el mercado no pueda absorber”
La desigualdad salarial entre los que más y menos ganan, se mantendrá inevitablemente. En todo caso, los sindicatos han nacido para defender a aquellos que por sí mismos no podrían conseguir mínimos salariales suficientes. Todo ello conduce a conjugar no solo rendimientos y productividades, sino también poder adquisitivo de los salarios, el factor IPC (2,2% en septiembre), lo que introduce en la negociación de los salarios una dificultad indudable.