Artículo de Pepe Álvarez, publicado en Valor Sindical
En esta semana, en uno de esos escasos ratos libres que a uno le quedan, acudí con unos compañeros a visitar algunas de las colecciones del Reina Sofía.
En concreto, la asociada al título “La irrupción del siglo XX: utopías y conflictos 1900-1945” o colección 1 que conforma la parte menos reciente del arte que se considera contemporáneo.
Dada la situación provocada por la crisis, la visita se desarrolló sin agobio alguno. La actual maravillosa soledad de nuestros museos nos brinda la posibilidad, que tal vez no podamos aprovechar posteriormente, de acercarnos a obras maestras con el tiempo necesario para la reflexión que suscitan y con la tranquilidad que merecen. Creo que es un momento magnifico para disfrutar de la cultura en unos espacios cuya altura y prestigio se encuentran al máximo nivel internacional.
Las obras de artistas que tuvieron que exiliarse ante el triunfo del fascismo nos da una ligera idea de lo que podría haber sido hoy España si el signo de la conflagración hubiera sido distinto
En el curso de la visita, percibí la fuerza de un momento creador ligado a los momentos más liberadores de nuestra historia. Las obras de artistas que tuvieron que exiliarse interior o exteriormente ante el triunfo del fascismo pero que han dejado un legado que nos da una ligera idea de lo que podría haber sido hoy España, si el signo de la conflagración hubiera sido distinto.
Sin duda, la cultura si siempre es esencial, más lo es en un país con nuestra carga histórica. Por ello, me preocupa que estos Presupuestos, que vienen alentados por una real inspiración social, hayan dejado de lado este aspecto principal. E, igualmente, me indigno ante la situación de las personas que se encuentran al servicio de nuestros proyectos culturales. La precariedad articulada mediante temporalidad y subcontratación son el pan de cada día, y no dicen demasiado de la preocupación de nuestro Estado por esta materia.