Artículo de Pepe Álvarez, Secretario General de UGT, publicado en Valor Sindical
Este sábado he estado junto a los trabajadores y trabajadoras de Alu Ibérica, en una manifestación contra la caótica situación en que se encuentran. Es la segunda vez que visito Galicia en estos últimos tres años para hacer frente a persecuciones de la libertad sindical. La primera fue ante la vulneración de los derechos de nuestra representante en Sargadelos, Rogelia Mariña. En ambos casos, las direcciones de las empresas pretendieron y pretenden resolver a través de la coacción y la fuerza sus conflictos sociales. Los órganos judiciales deben poner las cosas en su sitio.
Neoliberalismo desatado
El caso de las fábricas de aluminio de Avilés y A Coruña de la antigua Alcoa recuerda los especulativos manejos de esta empresa en San Cibrao, que sólo pudieron ser detenidos in extremis por la justicia gracias a la acción de las organizaciones sindicales.
Por razones que nada tiene que ver con su situación productiva, y sí con la estrategia global de una multinacional para la cual las personas cuentan cero a pesar de la tan cacareada responsabilidad social corporativa, centros de trabajo y personas trabajadoras de territorios duramente afectados por la transición energética están respectivamente al borde del cierre y del paro.
Más allá de las maniobras delictivas de un capitalismo en estado puro y sin control, asoma con claridad la ausencia de una política industrial adecuada que desarrolle y asiente industrias estratégicas como las afectadas y no permita que Galicia y Asturias se conviertan únicamente en paraísos turísticos sin la fortaleza social y económica que asegura un sector industrial potente, sostenible y desarrollado.
Sen industria, non hai futuro
Recorremos las calles de A Coruña junto a los compañeros y compañeras de Comisiones Obreras y la CIG (Confederación Intersindical Galega), al grito de proclamas como “Menos represión, y más solución”, “Si no hay solución, Gobierno dimisión”, y la más importante: “Sin industria, no hay futuro”.
Es imprescindible una política industrial para estos territorios que vaya más allá de las palabras y se centre en los hechos. Que se usen los fondos europeos para proyectos viables de reindustrialización de estas zonas. Para eso estamos aquí. Y, también, claro que sí, para exigir que se sancionen estas conductas inadmisibles y se depure la responsabilidad de tanto sin vergüenza al que la reforma laboral del 2012 le ha facilitado su indigna tarea.