¿Cuál es el camino a la igualdad de mujeres y hombres?

Avanzar hacia la igualdad efectiva de las mujeres en nuestras sociedades es una reivindicación con plena vigencia, a pesar de que cuenta ya con una larga trayectoria histórica. La práctica totalidad del espectro político y social la ha asumido como propia, o declara haberlo hecho. ¿Qué falla entonces? ¿Cuál es el camino a la igualdad efectiva?

La celebración del Día Internacional de la Mujer tiene su origen, al menos en Europa, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague en 1910, donde se decidió que “las mujeres socialistas de todas las nacionalidades tienen que organizar un Día de la Mujer especial, el cual, ante todo tiene que promover la propaganda del sufragio femenino. Esta demanda debe ser discutida en relación con toda la cuestión de la mujer, según la concepción socialista”.

Las promotoras de la jornada internacional incardinaban la reivindicación en el contexto de la lucha de clases y el pensamiento socialista, distanciadas claramente de lo que llaman “feminismo burgués”. Clara Zetkin, socialista alemana, lo expresó así: “Las trabajadoras, que aspiran a la igualdad social, no esperan nada para su emancipación del movimiento de mujeres de la burguesía, que supuestamente lucha por los derechos de la mujer. Este edificio está construido sobre la arena y no tiene ninguna base real. Las trabajadoras están absolutamente convencidas de que la cuestión de la emancipación de la mujer no es una cuestión aislada existente por sí misma, sino que es una parte de la gran cuestión social. Se dan cuenta con perfecta claridad de que esta cuestión nunca podrá ser resuelta en la sociedad actual, sino sólo después de la una transformación completa de la sociedad”.

¿Cuánto hay de espectáculo en esta nueva cara de la lucha feminista? ¿Estamos atendiendo realmente a los factores con mayor poder de transformación?

Más de un siglo después, el lenguaje y los planteamientos son diferentes, pero la reivindicación continúa siendo poliédrica. Lo que entonces se llama esclavitud doméstica de las mujeres hoy es la lucha por la corresponsabilidad y la conciliación de la vida laboral y familiar; desde quienes niegan –como el Presidente del Gobierno de España- la utilidad de legislar para combatir la desigualdad que socaba la posición social y económica de las mujeres, hasta quienes confían en el impulso transformador de las grandes campañas mediáticas lideradas por los grandes iconos de nuestro tiempo que son las actrices, cantantes, y otros personajes públicos; desde quienes defienden endurecer el Código Civil y el Penal hasta quienes señalan a los modelos de comportamiento de los que se alimentan los jóvenes a través de los canales mediáticos sin una contrapartida válida en el sistema educativo.

¿Cuál es el camino a la igualdad efectiva entre mujeres y hombres? ¿Cuánto hay de espectáculo en esta nueva cara de la lucha feminista? ¿Estamos atendiendo realmente a los factores con mayor poder de transformación?