Artículo de Pepe Álvarez, Secretario General de UGT, y Raúl Arza, Secretario General de UGT-Euskadi, publicado en El Correo.
Pedimos a todos los partidos que apoyen el acuerdo alcanzado en el diálogo social. Y no entendemos que fuerzas de izquierdas y sindicatos se opongan
Sin duda alguna, el acuerdo alcanzado en el diálogo social sobre la reforma laboral, a ratificar esta semana en el Congreso de los Diputados, tiene un calado de fondo importante y un impacto muy significativo sobre el mundo laboral. Sobre todo, en los sectores más precarizados. La recuperación del equilibrio entre las partes en la negociación colectiva, con la vuelta de la ultraactividad de los convenios y el fin de la primacía de los convenios de empresa, junto con la reinstauración de la presunción a favor del contrato indefinido y la eliminación del contrato de obra y servicio determinado son algunos de los elementos que se derivan del acuerdo. Sin olvidar otros igualmente importantes, como la aplicación del convenio del sector a la contratista o la reducción del periodo de tiempo máximo del contrato en prácticas.
De todos estos cambios, algunos tendrán un efecto inmediato: 2.000€ anuales más en el caso de las camareras de piso en el convenio de la hostelería, 4.000€ para las trabajadoras y trabajadores de ‘handling’ de los aeropuertos, entre otros. Otras modificaciones lo tendrán a corto plazo: estimamos que la temporalidad puede tener una caída importante en nuestro país. Pretendemos que el porcentaje de temporalidad pase del 26% actual al 15% en un año.
Cuando escribimos reequilibrio de la negociación colectiva, estamos hablando de tener las herramientas para la recuperación de salarios a medio plazo para que se acomoden al coste de la vida. Todos estos contenidos, incluidos en el actual acuerdo de la reforma laboral, no son temas insignificantes. Esta reforma no es un mal menor, sino un avance importante. Podemos afirmar que, después de muchos años de retroceso y reformas laborales donde las trabajadoras y trabajadores retrocedíamos, este acuerdo invierte la tendencia, y se recuperan derechos. Con el diálogo social, en los dos últimos años, a través de trece acuerdos –teletrabajo, ley ‘rider’, ERTE, pensiones, SMI…–, en esta etapa de la salida de la crisis de la COVID estamos rencontrando conquistas sociales que el neoliberalismo nos había quitado en los últimos tres decenios.
¿Está en el acuerdo todo lo que queríamos? ¿El acuerdo agota la posibilidad de continuar avanzando en otros asuntos que no han sido motivo de negociación? Para nada. El contenido de la mesa vino dado por los requerimientos del memorándum de la Unión Europea al Estado para la llegada de los fondos de recuperación. Y conseguir el acuerdo a tres partes, otro requisito de la UE, no resultó fácil.
Por eso pedimos a todos los partidos políticos, todos, que voten y apoyen el acuerdo de la reforma laboral.
Nos gustaría que tuviese el respaldo de los 350 votos de todo el arco parlamentario. Y lo que no entendemos es que haya fuerzas de izquierdas y sindicatos que se opongan. Este acuerdo se tiene que valorar por lo que hay, no por lo que no hay. En ese sentido solo hay avances. Podemos ir subiendo peldaño a peldaño, saliendo reforzados también para afrontar el siguiente paso o decir que no porque faltan cosas y quedarnos donde estamos, que es en la reforma laboral del PP de 2012.
Si la reforma laboral no se aprueba, aparte de debilitarnos colectivamente como sociedad y no poder subir al tren de la recuperación económica y las conquistas sociales, vamos a tardar tiempo en volver a situar los logros alcanzados, con consecuencias inmediatas para centenares de miles de trabajadoras y trabajadores en condiciones muy precarias, que vuelven al punto de salida.
Hay cuestiones no incluidas en el acuerdo que se deben abordar, sobre todo las referentes al despido, su coste, los salarios de tramitación, la autorización administrativa y el reforzamiento de las causas ante los despidos colectivos y la adecuada articulación de los tres niveles de la negociación colectiva, con el convenio sectorial, el territorial –sea de comunidad autónoma o provincial– y el de empresa, donde estos últimos solo pueden mejorar el anterior… Sea en una nueva mesa de diálogo o en la negociación parlamentaria, con la concurrencia de los agentes sociales. Derogar no quiere decir volver a la vieja norma anterior, sino construir nuevas propuestas sociales y laborales de futuro.