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La indignación de los pensionistas crece

El revuelo que organizó hace unas semanas Celia Villalobos con sus declaraciones sobre los “dos euritos de ahorro de los jóvenes de Dinamarca” tiene desde el jueves pasado una dimensión diferente a la que inicialmente se le diera, pues dado su perfil, no tardaron los medios en frivolizar y ridiculizar sus palabras. No en vano estamos hablando de la misma Celia que en plena crisis de las “vacas locas” nos explicaba en los telediarios matinales cómo debíamos hacer el “caldito”. Entre calditos y dos euritos no parecía que sus palabras fueran más allá.

Ahora sabemos que Celia explicaba, más mal que bien, lo que oía en casa, en la casa del Partido Popular. El pasado jueves Mariano Rajoy se dirigía a todos los españoles para pedirles que ahorren para complementar su pensión futura e iba más allá, incluyendo en la necesidad del ahorro el coste de la educación de los hijos. No se puede decir más con menos. Toda una declaración de principios de una ideología política que antepone lo privado, por el negocio que comporta y se desentiende de lo público. Pues si algo queda claro en sus palabras es que las pensiones del futuro no darán para vivir y habrá que complementarlas obligatoriamente. Palabras pronunciadas el día antes de que el consejo de ministros aprobara una modificación de la normativa de los planes de pensiones, que los acerca más a un producto financiero con mayores atractivos de los que tenía hasta ahora, que a un plan complementario a la pensión.

Ha tenido que ser el presidente quien dé un golpe de timón en todo este galimatías, cambiando de estrategia y, por fin, hablando claro.

Es obvio que en el Gobierno hay un plan trazado para nuestro sistema de pensiones. Lo demuestra el hecho de la coincidencia de discursos entre Celia y el presidente Rajoy. Pero de todo, lo que más sorprende es el cambio de estrategia del Gobierno. Hasta ahora andábamos bastante perdidos entre las declaraciones de la ministra que un día va a permitir escoger los mejores años de cotización y favorecer a los desempleados mayores, para al siguiente decirnos que esos desempleados y todo el que quiera escoger sus cotizaciones tiene que esperar hasta los 67 años (¿en desempleo?) para poder escoger. Además de introducir a unos y otros el cálculo de la pensión con toda la vida laboral, algo inaceptable por el recorte que lleva implícito. Más perdidos aun cuando la ministra nos habla de la “recuperación de la senda del equilibrio financiero de la seguridad social” para anunciar a renglón seguido que el déficit creció en 2017 otros 200 millones de euros más, hasta la cifra récord de 18.800 millones de euros. Imposible extraer de aquí alguna receta o remedio para los males que acontecen a nuestro sistema de pensiones.

Ha tenido que ser el presidente quien dé un golpe de timón en todo este galimatías, cambiando de estrategia y, por fin, hablando claro. Hablando y actuando, pues su anuncio del jueves se cumplía en el consejo de ministros del viernes. Demuestra el presidente una diligencia con los planes de pensiones privados sin parangón en lo que a actuaciones sobre el sistema público se refiere. Pero, aunque parezca inverosímil, desde aquí no podemos por más que agradecer la claridad con la que al fin expone el presidente su modelo ideológico.

Demuestra el presidente una diligencia con los planes de pensiones privados sin parangón en lo que a actuaciones sobre el sistema público se refiere.

Y es que hasta ahora, el Gobierno, sabedor del peso electoral que tienen los nueve millones de pensionistas en unas hipotéticas elecciones, nunca se había expresado tan claramente sobre sus intenciones para con el sistema de pensiones. Había forzado excusas en cuanto al envejecimiento de la población, con estadísticas tragicómicamente maquilladas del INE, o con el aumento de la esperanza de vida. Ni una palabra se ha escuchado a la ministra sobre la verdadera causa del desplome de las cotizaciones: la reforma laboral y la extrema precarización del empleo, algo que no parecen estar interesados en corregir. Una estrategia premeditada para ocultar en España algo de lo que alardean en las comunicaciones sobre el pacto de estabilidad presupuestaria en Europa: el desplome, el recorte de las pensiones futuras hasta la mitad, por efecto combinado de los elementos de su reforma (el índice de revalorización y el factor de sostenibilidad). En suma, cuando un sueldo de 1.000 euros pase a originar una pensión de 400 euros, en España habrá un sistema de pensiones mínimas, que habrá que tratar de complementar de manera obligada, si se pretende vivir. Y esto es lo que hasta ahora el Gobierno pretendía mantener oculto por miedo al revés electoral que le propinarían los pensionistas cabreados en las urnas.

Pero la presión de las aseguradoras y de la banca, que no terminan de recuperarse aún del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ha de ser de tal calibre que el Gobierno se ha visto forzado a aprobar una mejora de las condiciones de los planes de pensiones privados, la segunda en breve espacio de tiempo. Que Rajoy explique tan abiertamente sus intenciones es un evidente cambio de estrategia pues, hasta ahora, el Gobierno aparecía como una “víctima” de las circunstancias, forzado a tomar medidas -de recorte por supuesto- por la insostenibilidad del sistema.

El cinismo de sus palabras provoca ríos de tinta. Olvida el presidente la devaluación salarial sin precedentes que se ha producido en nuestro país, fruto de su reforma laboral, que es la causa de que seamos, según él mismo dice, uno de los países de Europa que menos ahorra (el puesto 21). Claro, ¿qué vamos a ahorrar? Habría que preguntarle al presidente cómo es posible el ahorro para 1.200.000 familias con todos sus miembros en paro, para ese 14,1% de trabajadores pobres o para esos casi dos millones de desempleados que no perciben ningún tipo de ingreso.

Habría que preguntarle al presidente cómo es posible el ahorro para 1.200.000 familias con todos sus miembros en paro, para ese 14,1% de trabajadores pobres o para esos casi dos millones de desempleados que no perciben ningún tipo de ingreso.

Además de cinismo, nuestro presidente, Celia y la propia ministra parecen estar desconectados de la realidad de la ciudadanía, cayendo incluso en faltas de respeto a nuestros pensionistas cuando hace pocos días la ministra hablaba del crecimiento de la cuantía de las pensiones en un 0,03%. Parecen estar al margen del fenómeno del creciente asociacionismo pensionista en nuestro país o de la nueva figura del “ciber-pensionista que maneja redes de Facebook o Twitter para dar salida a una indignación creciente que se está trasladando de manera exponencial a las calles, con una frecuencia casi regular.

En cualquier caso, la causa de UGT, nuestra incesante lucha que dura ya casi año y medio y que ha producido movilizaciones históricas como las “marchas por las pensiones dignas”, se ve favorecida por este alarde de claridad. Ni los pensionistas ni nosotros nos equivocábamos cuando marchamos hacia Madrid por todas las carreteras del país por unas pensiones dignas, suficientes y actualizadas como mínimo al IPC anual y por el sostenimiento de un sistema de pensiones público, eliminando el déficit astronómico que este Gobierno interesadamente ha creado para llevarnos a su modelo de sociedad de pobres, con pensiones mínimas y asistenciales.

No podemos más que agradecer que el presidente exprese sus verdaderas ideas, abandonando el falso camuflaje de sus intenciones. Es obvio que no es consciente del incendio que sus palabras crean entre la población pensionista y en el resto. Nuestras próximas movilizaciones de los días 15 y 22 de febrero, y del 1 y 15 de marzo se prometen intensas pues las intenciones del Gobierno comienzan a ser extremadamente obvias y la veracidad de lo que venimos repitiendo en UGT se hace cada vez más palpable. Con todo, la batalla no ha hecho más que empezar y UGT no va a consentir que en España se instale el modelo social al que apela el presidente y del que el recorte de las pensiones es pieza clave.

(Artículo publicado en Nueva Tribuna, 14 de febrero de 2018)

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