Artículo de Eva López Simón, Secretaria de Políticas Sociales y Sector Público de UGT-Madrid
La Pandemia, una oportunidad para el cambio. El caso paradigmático de la Comunidad de Madrid
Desde UGT venimos reiterando la denuncia de la degradación constante de la atención primaria de la mano de los sucesivos gobiernos del Partido Popular, pero ha sido la pandemia de la COVID-19 la que ha dado visibilidad a las carencias sanitarias en la atención primaria, con resultados desastrosos en términos de salud pública.
La Comunidad de Madrid, por la magnitud de los contagios producidos, y por el colapso en sus niveles asistenciales, quizás pueda servirnos para ilustrarnos los errores de gestión que se han producido en el pasado y cuáles deberían ser los objetivos futuros.
En esta Comunidad, durante la primera ola, se pusieron en evidencia las debilidades de la atención hospitalaria. Años de cierres de camas y de una gestión sustentada en medios ajenos, es la tercera comunidad con mayor porcentaje de gasto destinado a conciertos (9,6%), provocó, por falta de recursos, el colapso de este nivel asistencial. Las consecuencias las pagaron los ciudadanos y los trabajadores sanitarios, ambos con su salud y muchos con su propia vida.
Sin embargo, ha sido la atención primaria, durante el resto de olas, la que ha sufrido más por las demandas asistenciales que ha generado esta pandemia, ya que partía de una situación muy precaria.
La atención primaria en la Comunidad de Madrid llegó a esta pandemia con falta de recursos económicos y humanos, con un deterioro importante.
Madrid, tiene el lamentable honor de registrar el menor gasto sanitario por habitante (1.289,3 euros) de todas las CC.AA, y de este paupérrimo esfuerzo inversor en sanidad pública, destina el menor porcentaje de gasto sanitario a atención primaria (11,48%).
La falta de recursos económicos ha llevado a una dotación de profesionales claramente deficitaria. Es la comunidad con el menor número de personal de enfermería en atención primaria (0,5 por 1.000 personas asignadas) y la segunda con menor número de personal médico (0,68 por 1000 personas asignadas).
Este déficit estructural de las plantillas perjudica tanto a los trabajadores, al incrementar las cargas de trabajo y la presión asistencial, como a los pacientes, ya que dificulta, cuando no impide, el acceso a las prestaciones sanitarias, a través de demoras intolerables para ser atendidos.
Todo ello está cristalizando en un rechazo generalizado de este nivel asistencial por parte de trabajadores y ciudadanos.
Observamos que se ha creado un círculo vicioso en el que multitud de profesionales sanitarios rechazan un puesto de trabajo en Madrid, emigrando a otras CC.AA. buscando mejores condiciones laborales (menor presión asistencial, mejores contratos, mejores salarios y mayor reconocimiento profesional) y las encuentran.
Esta emigración laboral, a su vez, está impidiendo la cobertura de las vacantes que surgen, lo que lo que contribuye al incremento de la presión asistencial y el mayor deterioro de la asistencia, configurando un círculo vicioso, donde o se pone remedio y se apuesta claramente por la Atención Primaria, cambiando esta tendencia, o el futuro para el paciente no se ve nada halagüeño.
Desde el punto de vista de los pacientes, la desafección de la ciudadanía hacia este nivel asistencial es creciente. Cada año aumentan las reclamaciones y quejas, principalmente por las dificultades para obtener una cita y por los tiempos de espera.
No es una casualidad que la Comunidad de Madrid registre el segundo mayor porcentaje de población con seguros privados. El 37% de los madrileños tienen contratado un seguro privado. Pero no olvidemos que una parte importante de la población madrileña no se puede permitir ese gasto extra, lo que genera desigualdades en un derecho, la protección de la salud, que debería estar garantizado para todos los ciudadanos.
Desde el Gobierno Central y desde la Unión Europea están llegando créditos millonarios para compensar los gastos de la pandemia, es el momento de utilizar esos créditos para fortalecer el Sistema Nacional de Salud, aunque desafortunadamente se están utilizando para aumentar las externalizaciones.
Reformas necesarias
Claramente parte de las políticas que deben implementar los servicios de salud para mejorar la atención primaria deben ir dirigidas a incrementar la oferta asistencial, ya que existe una demanda que no puede ser satisfecha en tiempo y forma.
Es esencial establecer unas ratios máximas por profesionales sanitarios y no sanitarios, en las que se tenga en cuenta la dispersión geográfica, la estructura poblacional y las necesidades asistenciales. El propósito de esta medida es reducir la presión asistencial, permitiendo de esta manera una asistencia sanitaria con mayores tiempos de dedicación y unas agendas que permitan reducir la demora para ser atendido en un máximo de 24 ó 48 horas para la asistencia sanitario no urgente.
La pandemia ha servido también para descubrir nuevas fórmulas de atención al paciente, en concreto la atención telefónica. Es necesario elaborar protocolos, en los que esta fórmula pueda ser utilizada para mejorar el acceso a las prestaciones sanitarias limitando los desplazamientos (por ejemplo, en la emisión de las recetas en crónicos, comunicación de resultados en los que no sea necesario el examen físico, etc). Pero en ninguno de los casos reemplazando la asistencia personalizada.
Por último, se hace necesario liberar al personal sanitario de parte de la burocracia informática a la que están sometidos actualmente y que en estos momentos ocupa gran parte de su tiempo de dedicación al paciente.
Para conseguir estos objetivos es necesario ampliar las plantillas e incrementar los recursos económicos de este nivel asistencial, por ello, habría que establecer un porcentaje mínimo de gasto público para este nivel asistencial.
Estos son los grandes retos de la atención primaria, de momento no observamos voluntad política para mejorar este nivel asistencial, al menos de manera inmediata. Seguramente, en muchos servicios de salud nos distraigan durante los próximos meses con planes de mejora que terminen en nada por falta de memoria económica.
Desde la Unión General de Trabajadores debemos velar por seguir dando visibilidad a las carencias de este nivel asistencial, la movilización ciudadana debe actuar como motor de cambio. No podemos olvidar que la Atención Primaria es la puerta de entrada a la Sanidad. Y la Sanidad es un derecho.