Artículo de Álvaro Vicioso, Adjunto a la Secretaría de Acción Sindical de FESMC-UGT
Resulta difícil de entender, más de aceptar, que el Gobierno de coalición, que se dice progresista, no haya seguido la senda de otros gobiernos, incluso conservadores, de Europa: el 6% de incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en los países del Este, casi el 5% en Portugal y el 2,6% en Alemania.
“Poco antes de las elecciones de 1992 en EEUU, Bush (padre) era considerado imbatible por la mayoría de los analistas políticos, fundamentalmente debido a sus éxitos en política exterior. Su popularidad entonces había llegado al 90 % de aceptación, un récord histórico. En esas circunstancias, James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton, señaló que éste debía enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de la ciudadanía y sus necesidades más inmediatas”.
“Con el fin de mantener la campaña enfocada en un mensaje, Carville pegó un cartel en las oficinas centrales con tres puntos escritos: Cambio vs. más de lo mismo / La economía, estúpido / No olvidar el sistema de salud”.
“Aunque el cartel era solo un recordatorio interno, la frase se convirtió en una especie de eslogan no oficial de la campaña de Clinton, que resultó decisivo para modificar la relación de fuerzas y derrotar a Bush, algo impensable poco antes.”[1]
Escandalosa es la afirmación del título, al igual que lo es la decisión del Gobierno de “congelar” el incremento del Salario Mínimo Interprofesional para 2021. Se incumple, por tanto, el compromiso moral alcanzado con las personas trabajadoras hace un año. Especialmente, en relación con un colectivo, cada vez más amplio y cada vez más castigado, como es el de quienes trabajan en las empresas multiservicios (EMS).
La congelación en el incremento del SMI dificulta el objetivo de alcanzar los 1.200 euros de SMI (el 60%) al final de la Legislatura, tal y como establecía el compromiso de gobierno
La subcontratación a través de EMS permite pagar una retribución mucho más baja que la que correspondería a una persona empleada de la empresa principal, el SMI, y sin ningún tipo de sujeción al convenio colectivo sectorial, porque así lo consiente la legislación, en concreto la reforma laboral de 2012 que trajo consigo la prioridad aplicativa del convenio de empresa, lo que ha permitido la proliferación de convenios colectivos de EMS que degradan las condiciones laborales de las personas trabajadoras, alejándolas de las mejoras obtenidas tras años de negociación de convenios sectoriales fuertes y consolidados.
FeSMC-UGT lo tiene claro, se ha de continuar la senda de los países europeos de ir hacia el 60% del salario medio en España. La congelación en el incremento del SMI dificulta el objetivo de alcanzar los 1.200 euros de SMI (el 60%) al final de la Legislatura, tal y como establecía el compromiso de gobierno. Se trata de una senda importante de incrementos salariales para quienes más lo necesitan, tanto como para que no se paralice ningún año.
Desde nuestra particular perspectiva sectorial las razones son aún más débiles, inexistentes. Efectivamente, un incremento del SMI no repercute sobre sectores tan importantes para nuestra economía como lo son el comercio o la hostelería (4 millones de empleos), ya que los mismos tienen importantes convenios colectivos sectoriales que regulan unos mínimos salariales por encima del SMI. ¿O es que se pretende indicar que en éstos sectores se elude la aplicación de las condiciones laborales y salariales pactadas en sus convenios colectivos sectoriales?
Es estúpido hacer bandera de la revalorización de pensiones y salarios públicos y al mismo tiempo ignorar al cada vez más nutrido número de personas sin convenio colectivo (cerca de 3 millones de personas trabajadoras) o que trabajan en empresas multiservicios (unas 44.000) que por esta decisión quedan desprotegidas
El título del artículo habla de estupidez. Y es estúpido hacer bandera de la revalorización de pensiones y salarios públicos en un 0,9%, del incremento en un 1,8% de las pensiones contributivas y al mismo tiempo ignorar al cada vez más nutrido número de personas sin convenio colectivo (cerca de 3 millones de personas trabajadoras) o que trabajan en empresas multiservicios (unas 44.000) que por esta decisión quedan desprotegidas. Porque, recordemos, el IPC sube por igual para todos y todas, tan cierto como que sale el sol a diario.
Estupidez que se suma a otra, con especial incidencia en estos mismos colectivos, y sobre la que hablaré en un próximo artículo: la Ley de Desindexación. Pero como digo, eso será otro día.
Un modelo laboral y económicamente precario
La decisión afecta a personas que mayoritariamente tienen contratos a tiempo parcial y por lo tanto mal remunerados. Por tanto, personas sin protección por desempleo y donde la experiencia nos dice que se dan mayores niveles de siniestralidad laboral.
La congelación del SMI otorga a determinadas empresas una patente de corso que les permite seguir creando empleo precario y para continuar siendo los campeones en las “rebajas en la calidad del empleo”, algo que caracteriza nuestro mercado laboral, con o sin pandemia.
Suma y sigue con la situación de las personas trabajadoras de las EMS con malas prácticas, junto con situaciones precarias similares en los centros especiales de empleo, plataformas digitales, falsos autónomos, teletrabajo difusamente regulado, etc.…
Sobre este modelo empresarial, sobra indicar que no se puede basar la reconstrucción económica y social de este país. ¿No son las personas trabajadoras, mediante sus incrementos salariales, las que impulsan, también, la tan castigada economía española? El SMI sirve de impulso al consumo y empuja el crecimiento económico, cuestión clave en estos momentos de recesión, como se ha demostrado en estos últimos años.
En opinión de FeSMC-UGT es urgente y necesario que el Gobierno aumente de inmediato el salario mínimo interprofesional (SMI) y revierta la congelación que ha decidido: injusta y contraproducente.
Suma y sigue con la situación de las personas trabajadoras de las EMS con malas prácticas, junto con situaciones precarias similares en los centros especiales de empleo, plataformas digitales, falsos autónomos, teletrabajo difusamente regulado, etc.… En definitiva, continúa la senda de ciertos entornos gubernamentales del ataque sin precedentes en los últimos 40 años al sistema colectivo de relaciones de trabajo en forma de lluvia fina.
Puro espíritu del thatcherismo neoliberal ochentero (inquieta que haya fans en la actual oficina económica de Moncloa): “si no convencemos a los trabajadores con nuestra estrategia, confundámosles”.
[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Es_la_econom%C3%ADa,_est%C3%BApido