Artículo de Cristina Antoñanzas, Vicesecretaria General de UGT, publicado en El Siglo de Europa
Llegamos a una cita histórica, como es el Primero de Mayo, arrastrando los mismos –o casi los mismos– déficits que otros años. La feminización de la precariedad, del trabajo a tiempo parcial, del trabajo de cuidados y la segregación ocupacional son un hecho.
Todavía seis de cada diez trabajadoras están en desempleo, la tasa de paro alcanza el 18,13% frente al 14,07% de los hombres, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa; la tasa de actividad femenina es casi diez puntos inferior a la masculina; la brecha salarial se sitúa en el 21,41%; tres de cada cuatro personas que trabajan a tiempo parcial son mujeres y lo son también casi el 53% de la población inactiva, el 80% de ellas porque se dedican a cuidados familiares.
La pandemia ha puesto sobre la mesa el problema estructural de los cuidados y, aunque aumenta el número de permisos retribuidos solicitados por hombres, los no retribuidos los copan las mujeres.
Hemos negociado mucho para mantener el empleo a través de los ERTE, y queremos que perviva en el tiempo, pero no podemos olvidar que más del 50% de las personas que está en un Expediente Temporal de Empleo son mujeres.
Ahora que avanza la vacunación, es el momento de cambiar las cosas y pasar de las buenas palabras al Boletín General del Estado (BOE).
Hemos vuelto a las calles, con todas las medidas de seguridad que marca el protocolo contra el Covid, todos los días 11 de cada mes. Y lo hacemos también este Primero de Mayo exigiendo que «Ahora Toca Cumplir». Combinaremos presión y negociación porque es necesario marcar una hoja de ruta de país y hacerlo también desde una perspectiva de género, de manera transversal, pero sin pasar de puntillas, ¡que se note!
Y para ello es fundamental derogar de forma inmediata las reformas laborales, porque la regulación actual del mercado de trabajo es el origen de buena parte de todas las brechas de género y puede ser utilizada como el instrumento para generar una auténtica debacle en el empleo. En este sentido, hay que recuperar las causas objetivas del despido y la autorización administrativa previa, la ultraactividad en la negociación colectiva y dar prevalencia al convenio sectorial sobre el de empresa.
Es urgente poner en marcha un plan de empleo para aumentar su calidad, eliminar los elementos de precariedad e infravaloración que caracterizan el empleo femenino; exigir el cumplimiento de los planes de igualdad en los términos que obliga la legislación e impulsarlos en el ámbito de la negociación colectiva y diseñar una ley de igualdad salarial que luche contra la brecha de forma eficaz.
También es fundamental reforzar y garantizar los instrumentos y recursos de vigilancia, control y sanción de la Autoridad Laboral para el cumplimiento efectivo del principio de igualdad en el ámbito laboral, mejorar las políticas activas de empleo, y en especial, las dirigidas al acceso y permanencia de las mujeres en el mercado de trabajo.
La patronal, por su parte, debe asumir su responsabilidad, que se siente a negociar con voluntad de alcanzar acuerdos, y que las empresas asuman con valentía los avances que hemos realizado en materia de igualdad retributiva dentro de las empresas. Es decir, simple y llanamente, que cumplan con la legislación.
Y exigimos también elevar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ya que el 60% de sus perceptoras son mujeres, recordemos que muchas de las personas de los servicios esenciales han estado haciendo frente a la pandemia estaban cobrando 950 euros al mes. Las subidas salariales son un buen motor de consumo y, por tanto, para la economía.
Hay que poner en marcha políticas públicas que atajen los graves problemas de nuestro Estado del Bienestar, que soportan y perjudican clarísimamente a las mujeres. Estoy hablando de corresponsabilidad, cuidados, etc. Y ello significa invertir en igualdad y dotar de recursos el sistema para cerrar las brechas.
Tenemos una posibilidad con los Fondos de Recuperación de construir un país equilibrado, no sólo a nivel territorial, sino social y económicamente hablando. Creemos que es posible, pero nadie nos he regalado nunca nada, por eso hay que presionar en la calle y clamar que Ahora Toca Cumplir.