Artículo de Pepe Álvarez, Secretario General de UGT, publicado en el blog Valor Sindical
Los procesos de fusión en el sector bancario, que han sido contemplados con tanto agrado por expertos y autoridades, ya tienen una víctima clara: los trabajadores y trabajadoras de las entidades bancarias afectadas y los sectores menos digitalizados. Cierres de oficinas, despidos colectivos y rebajas en las condiciones de trabajo obtenidas mediante la negociación colectiva, son las medidas que pretenden poner encima de la mesa los directivos de las empresas afectadas.
Un sector poco solidario y destructor de empleo
El sector bancario, en su conjunto, no se ha caracterizado precisamente por su compromiso con la sociedad y menos con los más desprotegidos: opuestos a los incrementos salariales en 2015 y constantemente avisando sobre las terribles consecuencias de aumentar el SMI, se han dedicado a acaparar inmuebles con fines especulativos, vendiendo preferentes y cláusulas suelo mientras aumentaban constante y desmedidamente las comisiones.
Desde 2008 hasta la actualidad, este sector ha destruido más de 100.000 empleos netos. Hoy hay un 48% menos de oficinas en las calles de España, y este 2021 puede ser un año récord en despidos y cierres.
Resistieron la crisis financiera con el dinero de todos
La Banca española se ha mantenido gracias al esfuerzo del Estado y la inyección multimillonaria de recursos públicos sin vuelta. Lo menos que podíamos esperar es un retorno social. No obstante, el retorno social se ha plasmado en el cierre de cientos de oficinas, la intención de despedir a miles de personas trabajadoras y la reducción salarial de las que quedan.
La justificación se hace a través de grandes términos: consolidación del sector, cambio de modelo bancario hacia un ámbito más virtual, transformación digital, sinergias derivadas de la fusión. Pero también menos servicios y menos accesibles para una gran parte de la población, olvidándonos del reiterado lema de la España vacía y de la protección de los sectores menos digitalizados, jubilados, ancianos y clases menos favorecidas.
¿Servicio esencial o puro negocio?
Solo bajo la premisa de que el sector bancario es un servicio esencial podía haberse entendido esa lluvia de millones de euros para su rescate. La absoluta indiferencia de los dirigentes del sector ante su compromiso social se hace más indignante al leer sobre sus salarios, que siguen siendo estratosféricos. Y lo son en empresas que no ofrecen unos grandes resultados, y que deberían ser mucho más bajos acorde con los criterios de rentabilidad que manejan para sus empleado y empleadas. Mientras, el Gobernador del Banco de España no dice nada, que este colectivo no cobra el SMI.
No hay que olvidar que la banca es un servicio esencial, y como tal, entiendo que debería preocuparse más en dar un servicio accesible y de calidad para la ciudadanía que en alcanzar mayores cuotas de rentabilidad y no discriminar a aquellos que no poseen dispositivos o acceso a internet. Y digo ciudadanía, y no usuarios de banca, porque actualmente es imposible no usar los servicios de un banco y no morir en el intento.
El trabajo como forma de distribución de la riqueza nos lleva a soluciones diferentes de las que se nos plantean habitualmente como la reducción de jornada. Trabajar menos para vivir mejor y reducir las desigualdades.
Mientras tanto la banca a lo suyo, el despido colectivo, creyendo que con ello la banca siempre gana y, en realidad, todos perdemos. Se echa de menos una banca pública, como se tiene en Francia o en Italia.