VALENCIA

El Primero de Mayo. Ahora toca cumplir

Artículo de Ismael Sáez Vaquero, Secretario General de UGT-País Valenciano

En el día internacional de los trabajadores se conmemoran hechos acaecidos en 1886, es por tanto quizás la fecha más antigua de cuantas concitan a toda la humanidad en un mismo empeño: el valor del trabajo, sus derechos, su dignidad y su fuerza. Valor porque de él depende el progreso económico y social, derechos y dignidad porque en su desempeño intervienen seres humanos, y fuerza porque la igualdad, la libertad o la justicia son una conquista siempre pendiente en su ideal, siempre amenazada en sus logros.

135 años después, las organizaciones sindicales convocamos una vez más a los trabajadores y trabajadoras del mundo para la defensa de esos valores, el reconocimiento a los protagonistas de tanta lucha y el reclamo de un progreso compartido, que ha de llegar a todos.

En España, bajo el lema “Ahora Toca Cumplir” volvemos a la calle tras una terrible pandemia aun no superada, que el pasado año nos mantuvo confinados aunque no mudos, para recordarle al Gobierno de la nación un triple compromiso: con los electores, con las organizaciones sindicales UGT y CCOO, y consigo mismo. Sí, consigo mismo, porque así quedo negro sobre blanco en el primer acuerdo de coalición de gobierno de esta democracia, la de la Constitución del 78.
Se trata de la derogación de las reformas laborales y de pensiones que impuso el PP en los años 2012 y 2013, y de llevar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) al 60% del salario medio de nuestro país.

La reforma laboral se hizo contra el diálogo social, en aquel momento casi culminado entre los agentes económicos y sociales más representativos, para devaluar salarios y deteriorar derechos laborales en el marco de una crisis económica que no nos propuso en Europa otra receta que el control del déficit y la deuda, y en este mismo sentido se reformó el sistema de pensiones, al margen del pacto de Toledo, para reducirle la cuantía de las pensiones a más de nueve millones de pensionistas españoles y a todos cuantos accedieran al sistema en el futuro.

En cuanto al SMI, a pesar de que ha experimentado una sustancial subida con el actual Gobierno, todavía queda lejos el compromiso de elevarlo hasta el referido 60% al concluir la legislatura, por lo que nos cuesta aceptar su congelación en el 2021 si de verdad se desea cumplir lo comprometido.

El diálogo social proporciona acuerdos equilibrados, seguridad y perdurabilidad en las reformas, pero exige la buena fe de las partes. Es por ello inaceptable cualquier veto, ni valen como escusas las consecuencias de la pandemia para argumentar que ahora no toca

Pero vayamos por partes, nosotros no queremos otra cosa que el acuerdo en el marco del diálogo social para lograr superar los elementos más perniciosos que nos ha infligido a los españoles y españolas la reforma laboral: prioridad aplicativa del convenio de empresa frente al del sector que promueve convenios a la baja y establece una competición desleal entre empresas a costa de los salarios y los derechos de los trabajadores y trabajadoras; supresión de la ultra-actividad que nos obliga a negociar, tras la vigencia de un convenio, desde la nada, porque con su vigencia decaen cuantas conquistas se han alcanzado en los convenios precedentes; un SMI que proporcione un salario mínimo suficiente a quienes no se encuentran bajo la protección de la negociación colectiva y que se cumpla con ello con la recomendación de la carta social europea; y queremos una regulación de la subcontratación que ponga freno al deterioro constante de salarios y condiciones en esa cadena de subcontrataciones que desciende hasta la desvergüenza.

Queremos la derogación de la reforma del sistema de pensiones y un nuevo acuerdo que recoja las recomendaciones del pacto de Toledo, de manera tal que quede garantizado el mantenimiento del poder adquisitivo de los pensionistas y se suprima el factor de sostenibilidad que nos rebaja la pensión cuando aumenta la expectativa de vida.

Cuanto queda dicho se pretende mediante el diálogo social entre patronales y organizaciones sindicales, porque nosotros sí creemos en la autonomía que nos reconoce la carta Magna, y apelamos a un buen número de razones que no sólo, aunque principalmente, buscan un justo reparto de la riqueza, entre ellas la necesidad de superar el inaceptable clima de crispación política y dar solución a problemas que afectan a millones de ciudadanos y ciudadanas pensionistas, presentes y futuros, trabajadores y empresas. El diálogo social proporciona acuerdos equilibrados, seguridad y perdurabilidad en las reformas, pero exige la buena fe de las partes. Es por ello inaceptable cualquier veto, ni valen como escusas las consecuencias de la pandemia para argumentar que ahora no toca, más bien al contrario esta crisis nos impone la urgencia de unas relaciones laborales y económicas que superen la dualidad del mercado de trabajo y que se adapten a la realidad del presente siglo.

UGT ha puesto su empeño en ello y sale este primero de mayo a las calles y plazas de España, porque lo que toca ahora es cumplir todos con nuestras responsabilidades y, llegado el caso, el Gobierno con sus compromisos. Y como no, para reconocer el trabajo de tantos hombres y mujeres que durante esta dura pandemia han resultado esenciales para la cohesión social, los servicios públicos, la salud y la vida.

¡Viva el 1º de mayo! Una aspiración universal de progreso.

 

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